Abrimos debate con una pregunta abierta a la reflexión basada en una experiencia profesional que hemos vivido recientemente.
Algunos no lo sabréis, pero una de nuestras áreas de negocio más “jóvenes” es el marketing digital, donde ejercemos como agencia con una decena de clientes aproximadamente. El caso es que un cliente de marketing, con el que llevamos un par de años trabajando en servicios de consultoría digital y marketing 360 (posicionamiento web, campañas digitales, email marketing, redes sociales, etc.) ha decidido prescindir de nuestros servicios por una “reestructuración interna”. Aunque manifiestan estar contentos y agradecidos con nuestro trabajo, la realidad es que nos dejan por otra (agencia).
No eres tú, soy yo
Una de las patas del éxito de PRISMA, desde nuestros inicios, es la honestidad profesional y el win-win. Valores de los que estamos muy orgullosos y que llevamos por bandera, pues somos conscientes de que nuestro éxito depende del éxito de nuestros clientes, y nuestra vocación de servicio nos “obliga” a dar la mejor versión de nosotros mismos y siempre dentro de nuestras posibilidades y capacidad
Pero ¿qué pasa cuando ser bueno no es suficiente para tener éxito?
Hay quienes argumentan que ser bueno en tu trabajo es suficiente para tener (más o menos) éxito. Sin embargo, otros destacan la importancia de venderse a uno mismo y hacerse valer como la clave de los ascensos profesionales.
Evidentemente, dominar tu campo de trabajo es clave para destacar. Es decir, tener bien desarrollados los conocimientos, las habilidades, la experiencia necesaria y buscar ser cada día mejor es el camino a recorrer para el que busque la excelencia.
Y ¿qué pasa si eres el mejor, aunque nadie lo sepa?
Pues pasa que se confirma que no es suficiente con ser bueno en tu campo si no puedes respaldar tu talento con hechos demostrables. Y cobra toda la relevancia la habilidad de ponerte en valor. Comunicar los logros y las fortalezas te hacen destacar en el competitivo mercado actual y que tus cliente o empleados te valoren más.
La cara y la cruz
El resumen de lo debatido hasta el momento es que la moneda no está completa si no tiene una cara y una cruz. Por tanto, aunar el hecho de hacer bien tu trabajo con el de comunicarlo correctamente son las dos caras que componen la moneda del éxito.
No se trata de elegir entre ser bueno o saber vender lo que haces. El secreto es combinar un buen desarrollo a nivel técnico con la capacidad de destacar los puntos fuertes de tu marketing personal.
Es curioso cómo nosotros como agencia de marketing, pese a hacer un gran trabajo en marketing, no hemos sabido potenciar nuestro marketing (marca personal/empresarial) frente a nuestro cliente. Igual no somos tan buenos en marketing si no hemos sido capaces de comunicar un caso de éxito que ha superado todas las expectativas del cliente a nivel de branding y captación de ventas.
El aprendizaje
Aunque somos humanos y, por tanto, capaces de volver a tropezar en la misma piedra, algunos conocimientos hemos conseguido sacar en claro:
- El primero de todos es que el buen trabajo no es negociable. Si tenemos problemas para “vender” nuestro trabajo, con más motivos tenemos que hacer un buen trabajo.
- Hay que construir una propuesta de valor donde queden bien reflejadas las fortalezas y reforzar aquellos atributos que nos hacen únicos.
- Conviene cuidar y alimentar unas relaciones profesionales sólidas, aunque nuestro cliente en muchos casos ni entienda ni le interese sobre los servicios que nos han contratado.
Conclusión: ¿ser bueno o saber venderte?
Como hemos dicho, de nada vale ser bueno si no eres capaz de comunicarlo. Y, por supuesto, tampoco sirve vender que eres muy bueno si luego no sabes “hacer la o con un canuto”.
La buena noticia es que se puede aprender a comunicar y se puede aprender a ser bueno. Nosotros, de momento, tenemos cubierto el conocimiento de cómo hacer un buen trabajo. Ahora sólo nos falta venderlo. ¿Nos lo compras?