“Quizá hubo demasiado optimismo en todo el sector, ahora hay más realismo. Por eso también mantenemos al día nuestros motores de combustión interna de alta tecnología”.
“El camino tomado por el coche eléctrico está equivocado”.
Estas declaraciones sobre el coche eléctrico resuenan con fuerza en el sector por las personas que las emitieron: ni más ni menos que el CEO de Mercedes Benz (Ola Källenius) y el CEO del Grupo Stellantis (Carlos Tavares), respectivamente.
Las dudas sobre el coche eléctrico vienen resonando desde los últimos años, a la sombra de una legislación europea cada vez más restrictiva con los combustibles tradicionales, pero siempre en “petit comité” y nunca declaraciones oficiales como ha sucedido ahora.
La prohibición a partir de 2035 de la venta de vehículos de combustión en Europa ha propiciado un gran movimiento entre los fabricantes para electrificar sus gamas, pero la respuesta de los consumidores no ha sido la esperada, ni de lejos.
¿Por qué se duda tanto sobre los coches eléctricos?
La respuesta es tan antigua como sencilla: la ley de la oferta y la demanda.
Más allá del mercado patrio, donde las ventas de eléctricos destacan por su escasez, encontramos casos como Alemania donde, una vez se han desincentivado económicamente estos vehículos, a principios de este año, han sufrido una notoria caída de más del 50% en ventas. Ni siquiera el caso de éxito de nuestros vecinos portugueses, con un 20% de ventas el año pasado, parecen cifras para tirar cohetes.
¿Hay motivos para creer en el éxito de los vehículos electrificados?
Noruega se ha posicionado como el caso de éxito a nivel mundial para el coche eléctrico. Con un volumen de ventas durante los últimos años superior al 80%, tienen la previsión de que para el próximo año circulen en el parque noruego más coches eléctricos que gasolina, aunque todavía sigue dominando el diésel en las carreteras del país escandinavo.
Sin duda, hay que valorar el hecho de que casi un 25% de los vehículos del parque automovilístico en Noruega esté compuesto por vehículos de cero emisiones. Aunque conviene recordar la fórmula para conseguirlo: grandes incentivos para el coche eléctrico y castigo fiscal para los diésel y gasolina. Es decir, la inversión del país para llegar a ello ha sido demasiado determinante como para valorar la predisposición real de los noruegos.
El caso de China también es destacable, ya que es el país donde más unidades se venden en todo el mundo, con más de 100 fabricantes de automóviles eléctricos, una cuota de penetración creciente entre la ciudadanía, superior a Europa, y unos costes de producción mucho más reducidos que los fabricantes europeos.
¿Qué ocurre en China? Pues que parece ser que la intervención del estado a la hora de promover la movilidad eléctrica e inyectar capital en las empresas automovilísticas está adulterando unos resultados que no dejan claro cuánto de positivos son ni cuánto se pueden mantener en el tiempo.
¿Entonces, qué?
Pues que nadie sabe nada. Simple y llanamente.
La opinión del que esto escribe (que ni siquiera es la visión de PRISMA sobre este tema), ni se basa en información privilegiada ni en grandes conocimientos sobre el tema, es la siguiente:
La cuota de vehículos eléctricos (y, sobre todo, electrificados) seguirá aumentando progresivamente. Pero, quizás, tengamos que coexistir más tiempo del que pensábamos con los combustibles fósiles tradicionales. Para ello, la mayoría de fabricantes tendrán que posponer sus planes de electrificar sus gamas al completo, pero todavía hay tiempo para ello. Y para otras muchas cosas.
