A pesar del título, motivar no es un arte, sino un conjunto de técnicas que tienen como objetivo final conseguir que las actividades laborales contribuyan a satisfacer algunas de las principales necesidades de las personas.
El papel motivador está reservado al gerente, director comercial y jefe de ventas, a aquellas personas cuya función es la de dirigir a los equipos hacia un fin o un proyecto concreto. El capitán que dirige la nave, el general que manda en la batalla…, todos saben que el éxito de su empresa, depende de que sus equipos, ejércitos o marineros estén fuertemente motivados, crean en el líder y le sigan por el camino que él les traza. El deporte de equipos es también un buen ejemplo de estas ideas. Un entrenador que sepa motivar es capaz de conseguir hacer un equipo competitivo con jugadores mediocres. Y, sin embargo, un entrenador que no sepa motivar adecuadamente, consigue resultados mediocres de equipos con grandes jugadores (los ejemplos y libros que lo reflejan son múltiples).
Motivar es, por tanto, la esencia del liderazgo. Cualquiera que quiera liderar personas tiene que tener en cuenta este principio para tener éxito. Un líder que no sepa motivar es un jefe de equipo incompleto, carente de liderazgo y condenado al fracaso. Motivar para dirigir personas no es un concepto moderno, sino que está presente en la base de la psicología de los grupos desde tiempo inmemorial. Por ejemplo, desde los tiempos de Sun Tzu (aproximadamente 300 a.c.) y su influyente libro “el arte de la guerra”, se conocen conceptos para motivar recogidos por este militar y pensador chino.
En esta misma línea, las tendencias más modernas de la psicología social del siglo XXI, mantienen discursos muy parecidos en su esencia, más allá de los 2000 años que les separan, como son esas ideas que tanto sorprenden a algunos y que se resumen en una frase como: “primeros los empleados y después los clientes”, una idea que también se aplica al marketing, y que significa que si disponemos de empleados fuertemente motivados, estos trabajarán con mucha mayor fuerza y energía, alineados con los objetivos de la empresa y después llegarán, de modo natural, los clientes y las ventas.
Motivar es una conducta esencial para quien dirige a personas. Sólo quien quiere y sabe motivar puede triunfar en la empresa y en puestos directivos. Pero motivar exige esfuerzo y dedicación, y muy altas dosis de humildad, empatía y tesón. Ahora bien, quienes saben motivar tienen casi garantizadas unas probabilidades mucho más altas de empleabilidad.