Car2go, Emov, Zity, la recién llegada WiBLE… La moda del coche compartido sólo acaba de empezar. La llegada a España de más compañías que operan en otros países es cuestión de tiempo: DriveNow (BMW), We (Volkswagen), M (Volvo), etc.
Los nuevos actores que se incorporan a escena lo hacen aportando valor. Emov trajo las cuatro plazas, Zity sumó un quinto ocupante a su oferta, WiBLE viene con parkings privados… Algunos, irremediablemente, se quedan atrás… Los primeros Car2go que comenzaron a circular por Madrid hace 2 años y medio se ven ya curtidos y obsoletos frente a sus rivales.
La rotación de esos primeros carsharing es necesaria y, progresivamente, irá tocando el turno a los demás… La gran pregunta cae por su propio peso: ¿cuál es el futuro de los coches usados de carsharing?
Hay quien defiende el achatarramiento de estos vehículos. Sin conocer los tiempos para amortizar el coste y la capacidad de reciclar las piezas para un nuevo coche, parece un argumento coherente, pues mantienes una imagen de marca y unos niveles de calidad asociados al estreno de un coche cada tres años. Sin embargo, el valor residual de estos vehículos después de tres años los hace bastante competitivos en el mercado de ocasión.
La incorporación de los carsharing al mercado de VO es la opinión mayoritaria. El hecho de tratarse de coches con una mecánica muy sencilla hace que el desgaste afecte, sobre todo, a la duración de las baterías, a los neumáticos y a la carrocería. Por tanto, sería fácil reacondicionar estos coches para sacarlos a la venta como usados.
¿Hay algún precedente? Parece que no, pues este servicio en España no llega a los tres años de antigüedad, pero sí lo hay. Un carsharing, al fin y al cabo, es un coche de alquiler. Y los coches de rent-a-car, después de prestar servicio en la compañía de alquiler de turno, se incorporan al mercado de VO. Y se venden bien.
¿Conclusión? Desde PRISMA creemos que los actuales vehículos de carsharing integrarán el mercado de VO, enriqueciéndolo al tratarse de vehículos híbridos y eléctricos. Además, conseguirán derribar una de las principales barreras de acceso que encuentran los consumidores que quieren adquirir un vehículo electrificado (además de la autonomía y la infraestructura de los puntos de recarga): el precio.