Primero fue Apple, cuando en 2008 lanzó la primera generación del iPhone. Una pantalla táctil con un botón multifunción que supuso un cambio de paradigma y la primera piedra en el camino para el desarrollo de los siguientes 15 años de uno de los bienes de consumo tecnológicos más demandados en el mundo.
En el sector automoción fue Tesla la que, en 2012, incluyó una pantalla central y táctil de 17 pulgadas en su modelo Model S. Pocos años después, el Model 3 en 2017 prescinde de cualquier tipo de botón y todo se gestiona de forma táctil desde la pantalla.
Desde entonces, las compañías automovilísticas se adentraron en ese camino de incluir pantallas cada vez más grandes y prescindir de los botones en los vehículos para controlar todo desde la pantalla. Era lo más innovador, moderno y… ¿Funcional? No, parece que funcional no.
El estrés de las pantallas táctiles
Diversos estudios han demostrado que la apuesta por las pantallas táctiles para todo, en las que llevan trabajando varios años los responsables de diseño automovilísticos, no tienen la acogida que se esperaba. Es más, desde Hyundai señalan que «cuando hicimos las pruebas con nuestro grupo de control, nos dimos cuenta de que la gente se estresa, se molesta y se enfada cuando quiere controlar algo en un momento dado y no puede hacerlo».
Si lo pensamos, desde la seguridad, es peligroso navegar por un menú para buscar lo que necesitamos mientras estamos conduciendo. Durante ese tiempo que estamos mirando la pantalla, el vehículo sigue adelante, a grandes velocidades si vamos en autopista o con semáforos y pasos de peatones si circulamos en ciudad.
Hay ciertas operaciones prácticas para las que los botones o mandos físicos son mucho más cómodos y eficientes: encender las luces, ajustar la temperatura, el modo de conducción o bajar el volumen de la música, por ejemplo.
Esto no significa que desaparezcan las pantallas, que siguen siendo necesarias para algunos aspectos, como la navegación GPS, por ejemplo, ya que la visualización en sustancialmente superior.
¿Los fabricantes vuelven a apostar por los botones?
Además de la ya mencionada Hyundai, que ha verbalizado esta preocupación de los clientes, hay otras compañías que se han posicionado abiertamente a favor de reducir las pantallas (Mazda o DS, por ejemplo); y muchas otras que todavía integran botones físicos para este tipo de funcionalidades más prácticas para la conducción.
Pero hay otras razones para huir de las pantallas, como en el caso de Bugatti, donde su director de diseño dejó claro hace un par de años que reniega de las pantallas para no pasar de moda: “¿Qué va a pasar con todos esos dispositivos cuando los sistemas operativos no funcionen algún día?”. Al fin y al cabo, un reloj analógico es atemporal.
¿Veremos un cambio de dirección en la apuesta creciente de las compañías de automoción por las pantallas?