Quién no ha sentido una cierta inquietud cuando tu jefe te dice: ¿puedes venir a mi despacho? Esto por ceñirnos al ámbito profesional, pero algo parecido sucede cuando nuestra pareja inicia la conversación con el temido “tenemos que hablar…”.
A esto se añade que culturalmente nuestra expectativa es que este escenario se da cuando lo que nos tienen que decir no es positivo. Este es el gran reto, incorporar como rutina el hacer valoraciones de los demás, tanto positivas como aquellas en las que hacemos una propuesta de mejora. Y la mejor forma de hacerlo en el ámbito profesional es el contexto de reunión, ya sea individual o de equipo.
Entre los compromisos que debe adquirir un líder, uno especialmente importante es saber guiar a su equipo y para ello debe conocerles bien. Un segundo compromiso será saber comunicar bien los objetivos, las decisiones, los resultados, las expectativas…
“Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien” – Nelson Mandela
Al igual que aceptamos que cada cliente es distinto y merece que personalicemos la atención, cada miembro del equipo también requiere una atención personalizada. Es muy poco frecuente que todos los miembros de un equipo coincidan en su nivel de formación, de habilidades, de motivación, de madurez profesional o personal… de ahí que no se les pueda tratar igual. Lo justo es tratarles distinto, siempre persiguiendo su desarrollo profesional.
No obstante, las valoraciones individualizadas y las que se hacen al equipo deben coexistir. Hay momentos y objetivos para cada ocasión. Y lo fundamental es precisamente tener objetivos claros para guiarles correctamente, destacando los logros tanto como las oportunidades de mejora e implicándoles en las medidas para mejorar.
Para que cualquier valoración sea efectiva, no solo debe tener un propósito u objetivo claro, también hay que elegir el momento y lugar adecuados y, lo más importante, elaborar un buen discurso: lo que decimos y cómo lo decimos.
Y para no generar inquietudes en el equipo debemos convertir en cotidiana la llamada al despacho ¡incluso para dar la enhorabuena!