Lo que os voy a contar es una historia real: Un gerente de un concesionario nos llama porque necesita contratar a un vendedor, alguien con experiencia que en dos o tres días pueda empezar a vender. Cuando le pedimos detalles del perfil empieza a redactar la carta a los Reyes Magos: «joven, cerrador, agresivo pero que guste a los clientes, honesto, ordenado y que maneje el CRM». ¿Y qué le vas a pagar?, «pues el convenio más comisiones»; o sea, lo mismo que todo el mundo.
Si quieres alguien que esté en activo y que sea un buen profesional, pero le ofreces lo mismo o algo menos (antigüedad por ejemplo) de lo que ya tiene, lo normal e inteligente es que no deje un empleo para ir a otro igual, excepto que esté peleado con alguien o que el trabajo esté muy alejado de su domicilio. Esto no es imposible, pero tampoco fácil.
Para captar a una persona como la que relatamos aquí, hay que ofrecer algo diferente o buscar un perfil más a medio plazo. Como la primera opción no es viable, la única que queda es la segunda. Pero pensar en un futuro y construir un equipo potente no siempre está en la expectativa de algunos empresarios impulsivos, que parecen seguir la máxima aquellos clientes, compradores compulsivos, del “¡lo quiero y lo quiero ya!”.