Hay una frase clásica que define la idea del liderazgo con sentido común “se corrige en privado y se felicita en público”. Es una norma básica de educación, que siempre debe aplicarse desde la gerencia e incluso el departamento de Recursos Humanos.
En general los líderes se eligen porque son buenos en diferentes funciones profesionales: comercial, marketing, gestión económica, etc., sin que eso implique que sepan gestionar personas, relacionarse con ellas, empatizar o lograr que sean más felices y productivas en el trabajo.
El líder es como el entrenador de un equipo deportivo. Su función es que el equipo gane los partidos. Para conseguirlo hay que controlar tres cosas básicas: que cada miembro del equipo haga lo que mejor se le da, que exista un cierto sentimiento de pertenencia al equipo, a la organización, a la empresa o al club y que cada uno de ellos sea razonablemente feliz. Nada más.
El liderazgo del sentido común es también preocuparse por las personas, por sus situaciones personales, anhelos, expectativas. Conocerlos y gestionarlos. No hay que implicarse demasiado ni resolver los problemas de los otros. Cada miembro del equipo es un adulto que debe resolver sus situaciones personales. El líder sólo tiene que estar ahí para tratar de facilitarte la vida en el trabajo. Nada más.
No es fácil ejercer un liderazgo del sentido común. Tampoco es especialmente difícil. Hay que ponerse a ello, lo agradecerá nuestra organización porque será más exitosa y tendrá mejor imagen, lo agradecerán los miembros del equipo que se sentirán más felices y serán más productivos y lo agradecerá el propio líder que será mejor líder y mejor persona.