Hay un dicho popular, un refrán, que dice que no es lo mismo predicar que dar trigo. Pues este mismo dicho es aplicable al éxito que los gurús están teniendo últimamente.
Lo que hace básicamente un gurú es similar a lo que se trataba en las tertulias de los cafés de siglos pasados, pero con mucho más estilo: el gurú es capaz de arreglar lo que sea.
Un gurú siempre tiene una solución y para ello lo normal es llenar el lugar de reunión con hojas de flip-chart con notas y esquemas. Para los perfiles directivos de multinacional el gurú arrasa. Cuando se tiene que bajar al barro las cosas son diferentes y casi nunca arregla nada.
El perfil de un gurú ha de ser el de una persona atrevida. Los tímidos, humildes o modestos están incapacitados para esta profesión. Un gurú sin “cara” es como un jardín sin flores.
En los momentos de cambio es cuando más aparecen los gurús y para cambiar a lo grande. Grandes líneas estratégicas en una hoja de flip-chart que siempre acepta todo lo que tu rotulador te deje.